miércoles, 29 de diciembre de 2010

Personajes

En Ciudad Vieja, Sacatepéquez, a ocho kilómetros y un poquito de Antigua en Guatemala, al pie de los imponentes Volcanes de Agua, Fuego y Acatenango, viven tres personajes, quienes al entrar la madrugada de todos los días del año, cuando sus residentes o inquilinos viven aventuras quijotescas en sus sueños, como soplo divino, dan vida a la silente casa.

Dos de ellos son viejitos curtidos por el tiempo, cuya cantidad de arrugas en sus caras dan cuenta de todos los años que han bregado en esta tierra llena de volcanes, ríos, montañas; tierra fértil que ha visto nacer a miles y miles de guatemaltecos.


En esta tierra fecunda por la fuerza divina, llena de encanto y de colores vivos los pastizales, inundada de flores silvestres cual arcoiris multicolor, la viejita curtida por el tiempo, recoge en su canasto -casi la mitad de la altura de ella-, los colores que ofrecerá a los turistas en las calles empedradas de la Antigua. El con su chonete; para cubrirse de los hirientes rayos solares, que al final de los años, ya dejan de llenarnos de energía y más maltratan y curten nuestras vidas; va cargado con vasija llena de agua de manantial que refrescará a su compañera, a su amada.

Al final del sueño regresan para esperar la noche silente que escribirá de nuevo la historia de quienes la habitan por temporadas.

El otro es una cebrita de madera, marioneta que hace trabajar mucho a sus hilos en el día, pero cuando emprende el viaje con los viejitos curtidos, los deja descansando.


Con el paso pausado y poético de la pareja, ahí va la cebrita, que más bien parece cabra, brinque que te brinque y corre que te corre, por eso quienes la conocen la llaman ceabra. Eso pasa al final del día a todos aquellos que llevan sus vidas y sus trabajos pegados a hilos que otros manejan y luego los sueltan. Lo que no saben es que esta cabrita-cebrita es muy especial, porque hace creer que manejan sus hilos a su antojo, siendo ella quien lleva las riendas de su caminar.

Por eso al atardecer, los debe poner a descansar.

Hace un año en los días cercanos al 31 de diciembre fue modelo de un joven artista de la luz. Llamó su atención por sus hilos y los movimientos que las sombras provocaban. Ese día no sólo escribió en su historia, sino que dejó a otro impregnado de imágenes, recuerdos, emociones y sentimientos, que hoy un año después volvió a encontrarla y recordar.

Se la encontró con sus hilos enredados, uno ahorcando su cuello. En su cabeza hacía falta su bello pelaje, pero no por ello su belleza y lo sublime de su existencia.

Cuántas historias se han escrito en estos días, semanas y meses pasados. Cuántas emociones ha hecho florecer la ceabrita en quienes durante el último año vivieron parte de sus sueños en el rincón que habita al pie del Agua, Fuego y Acatenango.

A mí me llena el espirítu y me colma de emoción...

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